Puede parecer un poco atrevido que escriba sobre este tema una persona que no ha tenido hijos, pero tengo padres y cientos de historias de crianza que me llevan a la necesidad de expresarme en este escrito.

Lo que como padres podemos enseñar

El otro día hablaba con una buena amiga de la infancia y me contaba que le había agarrado el gusto a correr en las mañanas, que al principio le había costado mucho, pero que al cabo de unas semanas cuando comenzó a agarrar resistencia se convirtió en una especie de adicción. La verdad es que yo lo he intentado unas cuantas veces y jamás he logrado que me guste, así que, lo más sensato era preguntarle ¿cómo lo lograste?, pero en lugar de eso se me ocurrió indagar en las causas de por qué al principio no le gustaba, al fin y al cabo esa era la fase donde yo siempre me quedaba y si lograba entender que era lo que pasaba, a lo mejor yo podía enamorarme del running también.

Normalmente las personas no somos muy conscientes de por que somos incapaces de ser constantes, pero siempre hay una creencia irracional asociada a esa imposibilidad. Mi amiga inmediatamente me contestó que le recordaba cuando su madre les obligaba a ella y a su hermana a hacer cardio en ayunas antes de ir al colegio ¿QUE? ¿POR QUÉ? Esa fue mi reacción, que extraño que una madre haga eso. Me contó que como no crecían a la misma velocidad que los niños de su edad, la madre las llevo al endocrino quien les explicó que la hormona de crecimiento se estimula más en las mañanas y por tanto un poco de ejercicio era la solución. Parece mentira, pero me pareció muy interesante y seguí indagando. Le pregunté por qué era tan importante para su madre que ellas crecieran, al fin y al cabo, ninguna de las 2 era particularmente baja, son de estatura promedio, un problema fisiológico no había. Bueno, mi mama cree que la gente alta es más exitosa, me dijo. ¡BOOM! Ahí está, siempre la creencia irracional basada en el miedo que nos hace tomar decisiones locas o no tomar decisiones en absoluto.

¿Estamos criados bajo el miedo?

Este es uno de los tantos ejemplos de como los padres sin darse cuenta trasmiten sus miedos a los hijos. Pero el problema no termina ahí, la cultura del miedo está instaurada en nuestra sociedad como una forma general de crianza y no hablo solo en casa, sino en los colegios, en las iglesias, en las piscinas públicas…

Creemos que la mejor forma de control es el miedo y la verdad es que probablemente sea la más fácil, pero en ningún caso, la mejor. En el colegio más vale que no te portes mal porque vas directamente a la dirección y sufrirás las consecuencias… y espérate llegar a casa que cuando tu padre se entere… Dios mío, mejor ni me muevo de la silla porque es que lo que me viene es terrible… y así vamos formándonos miedos que al cabo de pocos años rigen nuestras decisiones y nuestras vidas.

Y ni hablar de la religión, no quiere decir que no está bien que creas, pero la religión debe ser el ejemplo más claro de control social a través del miedo. Divorciarse es un pecado (que miedo!!!), tener sexo antes del matrimonio está mal (que susto!!!)…

Los miedos nos paralizan porque no queremos que nos pasen cosas terribles, entonces ¿para qué arriesgarnos?

Y si cambiamos nuestra forma de educar

Pero ¿qué pasaría si en lugar de enseñarnos las consecuencias terribles de nuestras acciones, nos enseñaran a ser vulnerables y exponernos al mundo con la posibilidad de fracasar, pero sin que eso importara? ¿Que pasaría si nuestros mayores en vez de decirnos que hacer o que no hacer nos alentaran a tomar decisiones por nosotros mismos y nos ayudaran a levantarnos cuando el resultado fuera malo? ¿No crees que seriamos personas mucho mas sanas y felices? Si no nos exponemos y nos arriesgamos a fracasar no conoceremos los aspectos mas maravillosos de la vida. El amor, la amistad, la entrega a los demás, la conexión, todos implican ser vulnerables porque tenemos que entregar sin saber si recibiremos lo mismo a cambio y eso DA MIEDO.

Se que muchas de estas ideas pueden sonar locas para ti, pero es que una de las creencias irracionales más arraigadas en nuestra sociedad es que el miedo crea valores y al final todos queremos que nuestros hijos tengan valores. ¿Cómo me vas a decir que la religión enseña a través del miedo?, o sea que matar está bien. No, no estoy diciendo eso, pero no hace falta que atemoricemos a los niños para que tengan la capacidad de discernir si matar está bien o no. El miedo crea personas inseguras y si queremos criar niños felices más vale que cambiemos nuestro código educativo.

Siempre escucho decir, a mi me pegaron bastante y no tengo ningún trauma. Créeme, tienes cientos de traumas y esos traumas son los que como un virus trasmites a tu siguiente generación.

No digo que no eduquemos a nuestros hijos con valores y que cada vez que se equivoquen los corrijamos, pero la manera como lo hacemos si importa. Seamos respetuosos e incentivemos siempre a los niños a intentarlo con la seguridad de que siempre esteremos ahí para ellos si algo sale mal y que sin importar lo que pase siempre los vamos a amar. Esto es enseñar a través de la seguridad y no del miedo.