Las enfermedades exantémicas de la infancia, son patologías que casi todas las personas han tenido o pueden tener alguna vez; las cuales, se caracterizan por presentar lesiones en la piel de diferente tipo, que permiten diferenciarlas. Entre estas enfermedades, tenemos al sarampión, varicela y rubeola, siendo la varicela la más común. Sin embargo, si existen casos de sarampión tanto en niños como adultos; en vista de esto hablaremos sobre cómo identificar al sarampión.
Tabla de Contenidos
¿Qué es el sarampión?
Se trata de una enfermedad viral transmitida por un virus de la familia de los Paramixovirus, específicamente del género Morvilivirus. La cual, comparte muchas similitudes con otras enfermedades exantémicas de la infancia, como la varicela. Se les llama exantémicas, porque causas lesiones en la piel características, acompañadas de cuadros febriles; que, en los niños, pueden ser lo suficientemente severos para poner en peligro su vida (en casos puntuales).
El sarampión fue una enfermedad extremadamente común en la antigüedad, antes de que se desarrollara su vacuna. De modo que, ahora solo suelen verse muy pocos casos, mayormente aparece en adultos no vacunados; quiere decir, que el sarampión en adultos, aunque no es tan frecuente, si puede aparecer. En los niños, representa una enfermedad peligrosa que puede poner en peligro la vida, por sus complicaciones.
Síntomas del Sarampión ¿Cómo identificarlo?
Esta enfermedad tiene síntomas característicos, que en medicina se conocen como patognomónicos o propios de ella. De manera que, si se pueden detectar estos síntomas clave, el diagnóstico de sarampión en casi seguro. Evidentemente, solo se podrá confirmar definitivamente a través de la serología habitual para detectar el virus; los síntomas son los siguientes:
- Fiebre alta
- Resfriado
- Tos seca
- Conjuntivitis u ojos rojos.
- Sarpullido de manchas grandes, planas que se juntan.
- Manchas de Koplik
Manchas de Koplik ¡Clave para identificar al sarampión!
Hacemos un paréntesis especial para describir este singo y síntoma, debido a que es el que llamamos patognomónico. Es decir, que es propio del sarampión y permite orientar al diagnostico de esta enfermedad con facilidad. Se trata de manchas rojizas redondeadas que se encuentran generalmente en el interior de la boca; estas lesiones irregulares, en el centro son de color blanco o azulado, como especie de puntos de este color rodeado de áreas rojizas. Al apreciar estas lesiones en boca y existir fiebre, se puede sospechar con casi seguridad que se trata de sarampión.
¿Cómo se transmite esta enfermedad?
El sarampión es un virus muy contagioso que se transmite por contacto directo con las lesiones que aparecen en la piel. Recordemos, que se trata de lesiones irregulares, planas o ligeramente elevadas, rojizas que tienen la particularidad de poder superponerse o juntarse. Sin embargo, para entender mejor su transmisión, hay que saber cómo es la historia natural de la enfermedad; es decir, la serie de procesos que ocurren cuando aparece esta entidad.
En primer lugar, tiene un periodo de incubación de 10 a 14 días, en los cuales no existen síntomas de ningún tipo. Luego, al pasar este tiempo el virus comienza a producir síntomas inespecíficos, que pueden confundirse con resfriado o gripe, que pueden durar hasta 3 días.
Posteriormente, aparecen las lesiones en piel, de tipo máculas rojizas, algunas ligeramente elevadas, que se concentran en grupo; aparecen en primer lugar en la cara, para luego extenderse, las manchas de Koplik también aparecen en la boca. Durante este periodo exantémico, la fiebre se torna muy alta, alcanzando los 41 grados centígrados (esto hace al sarampión muy peligroso en niños y adultos). Curiosamente, toda persona contagiada de sarampión puede transmitirlo luego de 10 días de infectarse, durante la erupción y 4 días después de superarla.
Tratamiento del Sarampión
Afortunadamente, el sarampión es una enfermedad de origen viral, quiere decir, que al pasar su ciclo esta se autolimita. En consecuencia, no requiere de un tratamiento específico para vencer el virus a menos que existan complicaciones.
De este modo, solo deben tratarse los síntomas, sobre todo la fiebre que es el más peligroso; para ello se indican antipiréticos como el paracetamol en dosis indicada según peso en el caso de los niños. Al igual que una hidratación abundante que reponga la perdida de líquido.
En contraste, cuando el sarampión se complica, debido a su permanencia en la vía respiratoria, si puede requerir tratamiento de urgencias. Esta enfermedad, puede complicarse con una entidad llamada Crup o Laringotraqueobronquitis, que en la inflamación súbita de la laringe, tráquea y bronquios que impide la respiración; en esos casos, en tratamiento es indispensable, requiriendo incluso intubación.
También, puede generar encefalitis, neumonía y otitis. En el caso del embarazo, puede ser potencialmente riesgoso, por lo que se debe consultar al médico especialista de inmediato (se asocia con bajo peso al nacer, parto prematuro y mortalidad materna).
Finalmente, el sarampión en tiempos remotos fue una enfermedad muy peligrosa para niños y adultos; sobre todo, porque produce episodios de fiebre muy elevada y puede comprometer la vía respiratoria como complicación.
Sin embargo, en la actualidad gracias a la vacunación, se ve muy poco esta enfermedad, salvo en países subdesarrollados. Por supuesto, es una enfermedad de notificación obligatoria porque produce brotes. En consecuencia, todo niño o adulto infectado debe permanecer aislado para evitar su propagación.